Ensayos




Imago, 1989
EN LA ABISMAL METÁFORA DEL YO.

“Nada más miserable que la palabra y sin embargo a través de ella nos elevamos a sensaciones de dicha, a una dilatación  última en la que nos hallamos totalmente solos, sin el menor sentimiento de opresión.  ¡lo supremo alcanzado mediante el vocablo, mediante el símbolo mismo de la fragilidad!”
Emile Ciorán.
 Nuestro cerebro está deteriorándose a causa de esa herida continua que provoca el conflicto, la escisión del otro y de lo otro; el pensamiento, el lenguaje y por lo tanto la palabra, nos fragmentan, nos separan, primero de nosotros mismos y luego del otro y de lo otro.  Todo lo humano es limitado, incompleto, conflictivo y doloroso, decía Krishnamurti [1] y  al no poder liberarse de la carga de lo humano  la palabra se nos antoja un artefacto inútil, ¿Dónde queda entonces el papel del lenguaje como generador del mundo?
Para algunos semanticistas contemporáneos, la comunicación no es más que una negociación del sentido y  su éxito dependerá de lo dispuesto que se esté para cooperar.  Tales negociaciones sujetas al tiempo y al espacio son como especie de reflejos en un espejo, efímeras y casi irreales.  Las palabras pues son ilusiones y su producto, lo que llamamos la realidad, lo es también. Lo humano y lo que llamamos civilización tiene sus pies en un piso en constante movimiento, un universo semántico en constante mutación.   
Estas consideraciones nos acercan a la tradición hermética  seguida por comunidades como los cátaros en el Medioevo según la cual este mundo es una copia del verdadero creada por el demiurgo para mantener  a los microcosmos caídos, prisioneros en la ignorancia, tal sufrimiento es descrito en el libro La Voz del Silencio [2]de la manera siguiente:
“ Contempla las legiones de almas.  Mira cómo se ciernen sobre el proceloso mar de la vida humana,  y cómo exhaustas, perdiendo sangre, rotas las alas, caen una tras otra en las encrespadas olas.  Sacudidas por los huracanes, acosadas por el furioso vendaval, se precipitan en los acantilados y desaparecen abismadas en el primer gran remolino. 
Si desde el Vestíbulo de sabiduría pretendes pasar al Valle de la Bienaventuranza, cierra por completo tus sentidos, discípulo a la grande y espantosa herejía de la separatividad, que te apartará de los demás”.
Lo que nos rodea es pues una suerte de metáfora, una gran ilusión, o la Matrix como la llamó el creador de la película del mismo nombre, en la que los humanos nos hallamos a cada instante debatiéndonos entre lo que es y no es, llagados por el lenguaje enfermos de incomprensión, supuramos metáforas de ilusión. 
Hemos pasado milenios construyendo y deconstruyendo el laberinto de la cultura, valga decir, hilvanando los anillos de una cebolla y al final no nos queda más que el llanto, pero atención:
"No permitas que tu “nacido del cielo” sumido en el mar de Máya se desprenda del Padre Universal (Alma); antes deja que el ígneo poder se retire al recinto más interno, la cámara del corazón y morada de la madre del mundo…[3]
 En términos de lo humano no parece posible construir conocimiento más que en la oposición y la diferencia y acostumbrados como estamos a superlativizar las dicotomías parece imposible liberarnos de esta tara  que nos impulsa a creer que nuestra metáfora del mundo (nuestra ilusión) es más válida que la de los otros.  Divisiones conceptuales como alfabetizados y analfabetas en las que la tradición oral queda relegada a un producto sub-cultural son una manifestación de una sociedad enferma de ilusiones, ingenuos, hemos venido rindiendo culto a Babel ofreciendo nuestra sangre sin querer reconocer que en el fondo no hay más que la inútil metáfora del Yo. 

Para nuestro pensamiento antropocéntrico no es muy agradable reconocer que no somos más que accidentes semánticos resultantes de un delirio colectivo que durante milenios no ha hecho más que producir metáforas de las metáforas.
Se me antoja que no hay nada más trágico que el oficio del semántico o el del poeta pues estos están fatalmente enamorados de la  palabra y de su poder creador, no obstante, al no poder desprenderse del movimiento de objetivación de la palabra como método de aproximación a ella lo que consiguen es ahondar el abismo.  Sanar esta herida bien puede ser la labor de lo Humano con H mayúscula para significar más humano que lo humano.
Muchos poetas han escrito sobre esta desolación del universo semántico, entre ellos Alejandra Pizarnik quien dice en su poema “En esta noche, en este Mundo”:[4]
No
Las palabras
No hacen el amor
Hacen la ausencia
Si digo agua ¿beberé?
Si digo pan ¿comeré?
En esta noche en este mundo
Extraordinario silencio el de esta noche
Lo que pasa con el alma es que no se ve
Lo que pasa con la mente es que no se ve
Lo que pasa con el espíritu es que no se ve.
¿De donde viene esta conspiración de invisibilidades?
Ninguna palabra es visible.”

Todas estas consideraciones me llevaron a cuestionarme ¿Qué sentido  tiene preguntarse acerca del sentido? ¿Para qué añadir un signo más al rostro del universo?  La palabra es tan inútil como su búsqueda, no existe una palabra clave, ella es todas, es una, es nada.
Por ello tomé la decisión de unirme al lenguaje pétreo de Stone Henge y San Agustín.  Para contemplar el universo me basta el sonido del silencio del ahora.  Mientras mi yo herido se cura con estos bálsamos mágicos, no escribo….busco la música, el tono, la armonía.


Puedo también  decirlo en términos de Mario Benedetti:[5]
“Me propongo construir un nuevo canal  intergaláctico, sin exclusas ni excusas que comunique por fin tu mirada atlántica con mi natural pacífico”. 
Aclaro que este canal intergaláctico es una especie de agujero de gusano y  está hecho de silencio.

No sé si se deba a que estoy llegando al final de un ciclo y por ello muchas señales se cruzan en mi camino, lo cierto es que muchas personas me preguntan por qué dejé de escribir poesía, pues bien aquí  está  la respuesta.  Escribí este manifiesto contra la palabra en el año 1995, después como si alguien en el universo hubiera escuchado mi grito apareció en mi camino el afiche que convocaba a una serie de conferencias acerca de los Rosacruces. Las circunstancias que preceden a este encuentro son tan totalmente mágicas pero reales y en el fondo había una historia de amor contrariado(se llamaba Juan), de esos que le cambian a uno totalmente el microchip.  Así como estuve dispuesta a ejecutar el movimiento de la renuncia de la palabra también lo estuve para no seguir mis emociones, ni a mis instintos.  Renuncié a pelear por amor, renuncié  a utilizar cualquier táctica o estrategia y  mi cuerpo somatizó todo cuanto me sucedía.  Sacudida por una fiebre altísima, decidí consumirme en el fuego, pedí con todo mi corazón que la fiebre hiciera cenizas todo lo que yo había sido hasta ese momento, literalmente me quemé en mi propia hoguera. Esa noche vi como una luz salía de mi esternón hacia arriba,  o al contrario, estaba unida a algo a través de la luz en mi esternón.  Lo cierto es que creí que esa noche moriría, pero no fue así. Viví y al regresar a la ciudad vi en la universidad del Valle el afiche del curso introductorio a la filosofía rosacruz, para mí fue como una señal, los había encontrado al fin… o ellos me encontraron a mí.
Y así con mi primera persona del singular herida de muerte descubrí que en términos cátaros se llama  endura, “hágase tu voluntad y no la mía”.  Se puede llegar a Dios por muchos caminos, en mi caso la crisis generada por las reflexiones acerca del lenguaje.




Hoy a esta altura del camino me convocan para conducir un curso de lingüística por lo que desempolvé los viejos libros, las viejas palabras y así di con este panfleto que reedité para publicarlo aquí. Salgo a hacerle frente a  esta   insistencia del universo para que termine algo que dejé iniciado, recordemos que no solo  abandoné  la poesía sino también mi tesis para optar al título de magister en lingüística, y para burlarme de mí misma en ésa época escribí un poema: 
ESBOZO DE ANTEPROYECTO PARA OPTAR AL TÍTULO DE…

Sobre la piel rocosa de las montañas,
La humanidad infante tatuó
La cartografía del cosmos.
Boceto tras boceto fueron borrados y corregidos
Por un dios acuático, por una diosa ígnea,
Por un dios enmascarado, jugando al carnaval de los géneros.

Intento tras intento,
En un ritual casi infinito de sustentación de su proyecto
La infante humanidad lleva en sus manos ingenuas: las piedras,
Las tablillas de barro o de metal,
Los rollos de papiros, los manuscritos,
Los libros, los disquetes, los microchips.


Creo importante cerrar este capítulo citando aquí  las palabras esperanzadoras de  Rudolph Steiner:[6]
“Supongamos que, como personas en aquel estado de entrega que siguen avanzando en su autoeducación, de un modo u otro dirigimos nuestro sentido a la laringe humana, y entonces ésta se nos presenta de una manera muy peculiar, como un órgano que está en los comienzos de su
desarrollo y que tiene un enorme futuro frente a sí; y sentimos eso gracias a lo que la propia laringe nos manifiesta sobre su verdad, diciéndonos que ella es como una semilla, y no un fruto o algo que marchita. Y en virtud de lo que la propia laringe expresa sobre sí misma, descubrimos que en la evolución humana vendrá un día en que la laringe se habrá transformado completamente, y veremos que, si bien actualmente el hombre solamente produce las palabras con la laringe, llegará un momento que ella engendrará seres humanos. Ella es el futuro órgano de generación, de reproducción. E igual como el hombre hoy reproduce la palabra con la laringe, ésta es el rudimento, el órgano seminal que en el futuro evolucionará para reproducir al hombre
entero, cuando éste se haya espiritualizado. Eso lo expresa directamente la laringe si dejamos que ella nos diga lo que es”


[1] Krishnamurti.  Temor, placer y dolor.  Intermedio editores, Bogotá 1999.
[2] Blavatsky H.P. La Voz del Silencio, Editorial Sirio, Barcelona, 3ª edición 1994.
[3] Blavatsky H.P. La Voz del Silencio, Editorial Sirio, Barcelona, 3ª edición 1994.
[4] Pizarnik, Alejandra.  Obras Selectas. Selección y compilación Gustavo Zuluaga Herrega. Ediciones Holderlin, 1ª. Edición, Medellín 1992.
[5] Benedetti, Mario.  Nuevo Canal Interoceánico, en: Inventario. 
[6]  Stiener Rudolph.  El mundo de los sentidos y el mundo del espíritu”. http://www.upasika.com/docs/steiner/Steiner%20Rudolf%20-%20Mundo%20de%20los%20sentidos%20y%20del%20espiritu.pdf

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