“Lo estoy viendo, Prometeo, y
quiero aconsejarte lo mejor, aunque eres pródigo en ingenio. Conócete a ti mismo y cambia a nuevos modos,
porque también hay un nuevo tirano entre los dioses.” Palabras de Océano a Prometeo. Esquilo,
Prometeo Encadenado.
En el Prometeo Encadenado, de
Esquilo, el tinte trágico proviene de la relación establecida entre los dos
personajes, una relación basada en la autoridad absoluta que ejerce Zeus sobre
su subordinado el Titán, Prometeo. Ambos, prefiguran los modelos de seres
humanos que construyen una civilización basada en la supremacía de un ego
torturador y la respuesta desgarradora de otro ego, un círculo vicioso sin fin
aparente, un modelo de civilización adolescente el cual debe ser superado.
Prometeo representa en la obra un
ser humano en la transición entre lo humano y lo divino, una especie de ángel
caído. Se ha enamorado de los humanos y por ello decide violar la prohibición
instaurada por Zeus y les regala el lenguaje, las artes y el fuego, es decir,
les obsequia la posibilidad de crecer espiritualmente y acercarse a la
divinidad. El drama representa entonces
a unos seres humanos que no trabajaron duro para obtener estos dones sino que
los recibieron como regalo. Por otro
lado está el hecho cuestionable de que estas características del desarrollo
fuesen patrimonio exclusivo de los dioses. ¿Y si nunca tuvieron la intención de
compartir estas riquezas con los primitivos seres humanos? ¿Y si Prometeo se
anticipó y echó a perder el plan divino? ¿Y si los primitivos seres humanos no estaban
listos todavía para recibir el don del pensamiento y del lenguaje?
Pero lo aberrante y patético no
es solo Prometeo sino el concepto de un Dios todo poderoso, elitista, mezquino
y tiránico que se complementa muy bien con Prometeo, ya que sus acciones y
reacciones van en perfecta sincronía con las del tirano. Prometeo reacciona con violencia cuando se le
impone el castigo, leyendo el relato asistimos a una fabulosa pataleta de dos
adolescentes que luchan encarnizadamente por un lugar en defensa de su honor,
su grandeza, sus egos. Este modelo de
interacción es el que se ha seguido desde siempre en la historia de la
humanidad para construir civilización, así se justifican las guerras bajo la
imperiosa necesidad de hacer primar la voluntad del uno (el más fuerte) sobre
la del otro (el más débil).
Prometeo, inevitablemente
encadenado, con un hígado en eterna reconstrucción continúa despotricando
contra Zeus, tal como Caín es marcado para siempre como un ser no grato. Mientras tanto, han transcurrido muchos
siglos y también Zeus continúa ejerciendo su reinado como dios implacable,
solitario y absoluto en las religiones de tradición judeo-cristiana. La fórmula
del YO Soy pronunciada con el fin de acentuar la unicidad del yo, de convocar
la supremacía de Mi voluntad sobre la de otro, no nos acerca a lo Sagrado, por
el contrario, nos aleja porque el Amor se mueve horizontal y verticalmente, es
para todos.
Tales símbolos de una humanidad
adolescente demuestran que todavía no se ha superado el viejo y caduco concepto
del YO Soy que reafirma un ego que se separa de la otredad. La humanidad tiene
que avanzar hacia otro estadio en el que se comprenda este Yo Soy como YO Soy
en todo lo que es. Así se desdibuja el Ego porque me lleno del SER, soy
sustancia inmanente, presencia de luz en múltiples formas y colores de las
cuales participan todos los seres de la naturaleza. El YO soy nos une al universo pero los humanos
hemos venido pronunciándolo equivocadamente y por ello ha perdido su equilibrio
y su poder creador. Acentuando su
verticalidad nos aleja de los otros, nos coloca ante un abismo que crece cada
día más. Hoy día asistimos a una llamada apelante porque si bien es cierto que
las sombras se han enseñoreado del mundo, también lo es que la luz es cada vez
más fuerte.
Estamos a la espera de una
Humanidad en su edad madura donde los Zeus y los Prometeos sean el recuerdo de
una etapa en la evolución, necesaria pero ya superada, una era en la que los
humanos se coloquen más allá de lo humano, donde la palabra forjada con el
fuego del corazón y del pensamiento sea un territorio seguro para construir la
sociedad del mañana.
“¿Es que no sabes, Prometeo, que las
palabras son médicos de un alma enferma?” Océano a Prometeo.
BIBLIOGRAFÍA
Esquilo. (1982)
Prometeo Encadenado. Círculo de
Lectores. Bogotá.